A imagen y semejanza

Ana María Moix

A imagen y semejanza

A imagen y semejanza
Lumen, 1984

Ana María Moix
(Barcelona, 12 de abril de 1947​ –
Barcelona, 28 de febrero de 2014)​

Ana María Moix (poeta, narradora, traductora y editora) fue la única mujer escogida en 1968 por José María Castellet en Nueve novísimos poetas españoles, la antología poética que quiso reunir la poesía joven surgida tras la generación poética -social, realista y comprometida- vigente durante los años de la posguerra, la «literatura social» o de «los cincuenta».
En Nueve novísimos poetas españoles se reúnen poetas mayores (Manuel Vázquez Montalván, Sarrión o J. Mª Alvarez) con los poetas jóvenes (Ázua, Gimferrer, Molina Foix o Panero), cada uno con su propia estética y forma de entender la poesía.
Los versos de Ana María Moix inician una nueva tradición basada en formas de vida netamente urbanas y jóvenes; un nuevo lenguaje, un estilo conversacional, unas referencias calificadas por la crítica de “rollingstonianas” o “sensibilidad pop”. Capaz de mezclar prosa poética y poemas en un mismo libro, saltando de una forma a la otra con tranquila facilidad.
La obra poética de Ana María Moix está repartida en los libros “Baladas del dulce Jim” y “Call me Stone” de 1969, y “No time for flowers” de 1971. Estos 3 poemarios fueron reunidos, en 1984, en el volumen “A imagen y semejanza”, añadiéndose otros dos textos: “Una novela” (12 capítulos de un único verso) y “Homenaje a Bécquer” (texto de una página).
En el prólogo Manuel Vázquez Montalbán afirma que “hora es ya de que la literatura se alimente de cine y literatura”. Una literatura que se caracteriza por el interés en la forma, alejada de motivos sociales y políticos, con referencias a elementos externos a la poesía, usando procedimientos de carácter casi surrealista. M.V.M. dice, al final del prólogo, que su poesía es “una estupenda lección de libertad, he aquí una poesía escrita sin versos”.

Baladas del Dulce Jim

El texto está lleno de romanticismo desde el título, “Baladas”, hasta el final con la frase, “Eran dos sombras para siempre enamoradas: Bécquer y Che Guevara”. Un romanticismo traído desde el cine o la literatura, con referencias a la música de Federico y la muerte pronosticada de Cesar Vallejo un día de aguacero en París. Formalmente, se intercala la forma poética en columna con capítulos de dos o tres líneas en prosa.
El primer capítulo mezcla ambas formas para presentar a los protagonistas: Dulce Jim, que mató en NY a Johnny por amor a Nancy Flor. Dulce Jim convertido en un alma en pena cuando descubre que es Johnny a quien ama Nancy Flor, Una ilusión es la quimera de su roto corazón.
Las quinceañeras que se escapan de noche de su casa para ir a la playa conocen la historia, pero eso no les impide volver a salir cada noche a escondidas. Ella tenía los ojos grises, / Johnny pintaba flores de azahar, Jim era dulce, un soñador. Johnny y Jim era hermanos, ambos enamorados, mas Jim decepcionado no vio otra respuesta que la muerte. El asesino huyó, pero El dolor apenas quema / cuando nada queda en el hueco / de un antiguo corazón.
Johnny cae a mediodía, en plena calle, oyendo los disparos trata de imaginar el destino del asesino. Ella enfurecida desea recorrer bares y cafés hasta encontrarle y ponerle un arma en el frente que él agradecería. Se oye un disparo y ella besa la sangre del rostro, despierta del sueño por la mañana y todavía me pesaba en los labios la sangre espesa de la sombra.
Y como en “Call me stone” ve una imagen reflejada donde él aparece más viejo, más triste, pero ella no se atreve a preguntar. La historia va transcurriendo desatenta a la cronología. Al futuro le sucede el pasado cuando se produce una noticia que recorre el río. Otra muchacha, Charo, es asesinada, una adolescente con un diario de relatos imposibles, qué historia más extraña la de algunas colegialas. Esas muchachas que lloran en la almohada y sueñan con escaparse, inventan sombras en la playa.
Cada escena acaba con un “fundido a negro” que permite esas transiciones en el tiempo, del asesinato a las muchachas, de estas a unas gaviotas sobrevolando sus sueños hasta comprender que no podíamos hacer otra cosa que vivir, sueños que desembocan en playas al amanecer, en calles oscuras, en casas deshabitadas. Es entonces, Federico, cuando mi corazón tiembla.
Los disparos vuelven, sin saber a quién van dirigidos, sin saber quién queda más apenado si el asesinado o el superviviente. Deseando estar en todas partes, con una melodía: hay que vivir, aunque ese vivir sea con el corazón encogido, escéptico, intentando aprender a pronunciar la palabra amor. Un corazón roto, una muerte que no saldrá en los periódicos, pero deseando como el poeta morir en París, una tarde de frío y aguacero. Un fantasma enamorado vagará en la madrugada, quizás una noche el mar se apiade y ofrezca un lirio para cubrir el hueco de nuestro corazón antiguo.
Y la noticia regresa de nuevo, imagina esa muerte sobre la acera mojada, esa desdicha iluminada por las luces de los coches, pero no puede hablar. No hay manera de explicar que por las noches aparecen fantasmas y, a pesar de todo, sentir ganas de vivir.
Mitad ensoñación y mitad fantasía, los adolescentes cruzan mares, rasgan capas de hielo, hasta descubrirse llorando sobre la almohada, inventando un desconocido que con caricias, les ayuda a hablar sobre el amor. De nada sirve regresar a la playa, un trasatlántico se aleja y quizá alguien en cubierta recuerda. Y fue entonces cuando muy despacio caminé hacia la orilla y me alcanzó el mar. Pasada la medianoche juegan a cartas dos personajes imposibles, Bécquer y Ché Guevara. Y un sol de trompeta en la calle oscura al final del día.

Una novela

El texto está formado por diez capítulos y dos prólogos, pero con una característica especial, cada capítulo está formada una única frase de una o dos líneas. Por ejemplo, el capítulo I está formado por una palabra: Desesperación.
A pesar de este planteamiento experimental, el texto mantiene todas las características de una novela: personajes, acciones, suspense y trama. La estructura esencial, los capítulos mínimos, las páginas casi en blanco y, sin embargo, pertenece a la narrativa.
El capítulo IX dice: Fanfan la Tulipe casi muere a causa de una controversia sentimental.
Fanfan la Tulipe es un personaje de una película de espadachines, introduciendo así un elemento que la poesía no se había atrevido a hacer hasta ese momento. El personaje “casi muere”, huyendo del drama sobrevive a un golpe no inocuo pero tampoco letal. Y lo hace por “una controversia sentimental”, no por desamor o ruptura sino por posiciones contrapuestas. En “Call me Stone” volverá a usar esta expresión.
En total «Una novela» consta de veintiuna líneas. Los dos epílogos suponen el cierre de la novela con la mención a un personaje, Rossy Brown, que ya aparecía en las “Baladas del dulce Jim”, trazando una línea de unión entre ambos textos solo perceptible para el lector.

No time for flowers

El texto es un largo monólogo o una conversación íntima en la que relatar, de un modo poético, retazos de una historia, memoria de una vida pasada. Prácticamente elimina los signos de puntuación, en su lugar coloca unos espacios en blanco a modo de final y comienzo de los versos. Formalmente sería prosa poética pero usando los espacios en blanco como salto de línea, el texto tendría la forma de columna asociada al poema.
I. Un personaje silencioso escucha lo que se dice, pero apenas responde, Lo mataron. No a él. Ni a aquella chica. ¿A quién?, diréis. Quizás reunidos de nuevo los dos hombres y la mujer de la “Balada del dulce Jim”, el ambiente semejante -un bar, un mal pianista, etc.- y una mirada de profundo cansancio, Porque el joven empezaba a intuir que, a la larga, no vale gran cosa haber entendido las desgracias de la vida. Una chica con vestido escarlata y un joven observan un rostro con arrugas que piensa, cuando sepa veré tus uñas pintadas de rojo sobre mi hombro y te diré. Ella cree que la situación es grotesca, la forma de acercarse, penosa y triste, decide marchar.
Y habló, lo dijo, habló. Se lo dijo al joven, no importa qué dijo, sino que por fin lo dijo. Y el protagonista vuelve a sentirse envejecido. La chica se aleja, cruza una mirada con el joven, sin haber realizado su deseo, abrir las manos, y empinarse, y simular un salto. Y Él se ve en un lugar similar, otra noche, en un eterno retorno de un tiempo lleno de secretos y de espectros.

II. A la narradora le llega la noticia del asesinato de “Aquella chica”, apenas una adolescente con uniforme colegial que se maquillaba en el ascensor de su casa antes de salir a la calle, que buscaba en las playas encuentros casuales, Ansiaba, quién sabrá nunca qué cosas y decía. El amor hizo que cambiara su idioma, su sonrisa, construyendo un personaje falso.
Quién hubiera podido mentir aquella mañana, ha de ir a reconocer un cadáver y solo puede pensar en que fue su primer amor en los tiempos anteriores a su afición a disfrazarse, qué triste, grotesca figura presentabas con aquellos ojos de novicia. Y recuerda el primer beso mientras recorre los pasillos del hospital hasta una sala blanca donde le preguntan ¿reconoce a esa desgraciada? Esa chica, aunque ya poco sabía de ella desde que empezó a huir a la playa, tiempo en que eran cercanas mientras veía producirse el cambio ante sus ojos. En su cabeza aparecen los reproches, ¿Por qué te fuiste aquella noche? ¿no lo pasábamos bien bailando…
Tu cuerpo cómo quedó Solo lo había amado una vez. Le guardó rencor durante años porque esas cosas no se hacen, ahora debe reconocerla, dar su nombre y decir qué ignoraba por qué sucedió el crimen. Yo debí decirlo, no te vayas no me dejes, y me callé. Pero no lo dijo y al salir del hospital le llega la rabia al salir a las calles, intentando olvidar todos los chismes que le habían llegado. Lee una autopsia y solo puede pensar, ¿por qué hiciste tanta comedia?.
En su edificio aún queda una persona que lloraba, hablaba y lloraba, y contaba que la víspera escuchó una conversación en la que “aquella chica” suplicaba a no sé qué canalla no te vayas no me dejes, después lloró hasta quedar dormida mientras quizás soñaba en la playa y los discos. El texto termina con una promesa o una añoranza, mañana regresaré a casa.

III. El capítulo comienza con lenta cadencia dirigiéndose a un personaje sin nombre, Si hoy te vas moriré mañana, recitando cómo sus manos, su voz, su rostro modelaban una figura de mujer, la melancolía, extraño movimiento en el corazón de tus pupilas. La muerte siempre al acecho, la música en el fondo, las manos sobre la arcilla y al final el fuego, Hablaste La habitación era pequeña. No quería alejarme. El suceso estaba cercano, aparece un hombre viejo, cansado, decepcionado, en mis ojos de enamorado habita la verdad de serlo y el error de serlo.
De nuevo regresa el relato “Aquella Chica” que visita bares, bebe demasiado, mientras él calla, harto del trato con las menores, calla porque sabe demasiado, un escéptico que piensa Esa mujer debe tener un concepto muy elevado de la vida. Y ella se enfada al suponer que no es querida y huye entre las advertencias No bebas más esta noche; aquella noche muere ahogada en un lago, su corazón inundado, sus ojos siguiendo peces que bailan en el fondo.
Ella recuerda que le dijo que regresara a casa, que no bebiera más, pero “Aquella Chica” era tan joven, tan segura de su belleza, Pues ella quiso saber qué había debajo de las piedras, antes de desaparecer con un joven cualquiera, pues le horrorizaba la soledad, al que pide que le construya un poema o una comedia para ejemplificar lo que no se debe hacer. Ni lágrimas hubo para el dolor, cuando está a dos pasos de su casa presiente la muerte cercana, el alcohol abundante, la música que llega de unos dedos desconocidos, Tus manos no eran tuyas yo diría que morí. Y el mar invade su garganta, el barro su cuerpo, la boca espesa, todo anegado por el agua para una muerte que no aparecería en los periódicos, Destroza la belleza hirió primero mis pupilas, una aguja pincha su piel, desgarra su carne, todo quema y duele Porque la belleza cómo mata jugando de verdad a las controversias.
IV. Comienza con los conocidos versos de Christina Rossetti: “When I am dead, my dearest, / Sing no sad songs for me.” (Cuando yo muera amado mío no cantes para mí canciones tristes). Todo el texto gira sobre este verso, “cuando yo muera”, a la que le siguen consejos. Que el epitafio no sean palabras, sino el vagabundeo por las calles repitiendo su nombre. Que no vuelva a la playa, cuando mi sangre esté helada y mis uñas que comía no sean muestra de impaciencia, sino alimento para los gusanos. Habían construido un mundo de castillos, puentes levadizos y miles de rosas, duendes y hadas. Y cuando llegué la lluvia, el frío y la nieve, entonces no vagues por las calles, no entres a tomar copas en los bares, puesto que en el reflejo del cristal verá el cabello cano, un rostro cansado con ojos de metal, donde antes Veía un palacio de quimeras en mi rostro y mis manos.
¿Dónde estaré mañana? En todo caso, pide como en el poema que no cante, no lleve flores, no escriba cartas. Todo era un sueño, un paraíso inventado, una ficción, Lo supiste, antes que nadie, como muere poco a poco un corazón.
Aquella adolescencia le parece una mentira, historias inventadas, le pide que vaya a su cita en París sin canciones tristes, nunca quise dormir sola y de hoy en dos auroras, todo será ausencia, y un acordeonista rasga el instrumento con un puñal sacado de sus costillas, No surgieron notas, sólo viento y mil espejos de color.
Más adelante puntualiza, canciones tristes que no lleguen a la tierra, lágrimas que no traspasen la lápida, sangre para calentar la fosa. Quédate, querido Pinocho, quédate donde estás… juguete que nunca se olvida, vuélvete al bazar. Se lo dice aquella chica, enamorada, esa mujer, enamorada de sí misma, le pide que vaya a ver volar aviones, un placer compartido, Y es como cuando una estrella o el corazón se desintegra.
V. La última parte está llena de referencias a la muerte, con la repetición de un verso, vendrá la muerte, que evoca el poema de Cesare Pavese, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Ha llegado el final, apenas queda aceptar la muerte y llenar el aire de preguntas a quien no puede contestarlas, ¿puedo romper todas las copas del local?… ¿Por qué pronunciar nombre vedados?, ahora cuando solo queda una tumba, vendrá la muerte y la luz será metal. En el aire, que cree poder tocar con los dedos, flota un nombre, su nombre, No restará el olvido sí silencio. No un corazón partido, sino algo más doloroso, desde el alivio de no ver el día, el ojo de cristal, los mapas que no llevan a encontrar el nombre, pues este está al otro lado, ¿habré de entregarte mi memoria?, se pregunta alguien que ya solo tiene pasado.
Lamentarse por no encontrar su boca, ya puerta cerrada en ciudad con lluvia y edificios abandonados donde es imposible respirar. De nuevo busca un espejo, que estallará en pedazos, pues donde se halla ya no hay posibilidad de mirarse, no te mires en el agua una boca que se abre. Un espejo que no estalla en añicos, sino en fantasmas en un mundo en ruinas, donde esa chica que bailaba solo ve despojos, ¿a dónde conducía la puerta de tu boca?… ¿dónde está mi rostro?.
Finaliza esta quinta parte de “No time for flowers” con unos versos memorables, ya asumido el fracaso, la imposibilidad de solución, desde el lugar bajo tierra donde se piensa o sueña, desde la lucidez bajo la tierra, qué fracaso el del tiempo qué farsa Vendrá la muerte revestida de hojalata teme el frío de mi alma no podrá arrancarme nada Hay hoy ahora esta noche aquí a puerta cerrada ni estrellas ni añicos ni fantasmas Lo dijo un día le horrorizaba mirarse en los espejos y ver sólo el fondo del océano verdoso algas cadáveres de pez espada todo en calma. Se ahogaba.

Call me Stone

Se publicó inicialmente en edición limitada y fue recogido en 1971 en “No time for flowers” que había recibido el Premio Vizcaya del Ateneo de Bilbao en 1970.
El texto se desarrolla en apenas dos páginas, de nuevo el gusto de A.M.M. por la brevedad y la concisión, como si todo lo escrito con más páginas fuera prescindible. Un poema dedicado a los encuentros entre seres que no necesitan muchas palabras para comunicarse, pues ven en los ojos del otro su propia historia, Y tampoco para la separación se necesitan palabras, basta aceptar la situación, alejarse con lágrimas y dolor. Esforzarse en comprender aleja la posibilidad de ver en los ojos del otro como si fueran una bola de cristal.
Aquel hombre sentía una vaga pasión por el silencio, así es presentado el protagonista de esta historia que es, a su vez, un largo poema. Y cuando habló, lo hizo una vez, alguien dijo que las palabras se vendían; el protagonista se siente herido en lo más profundo. Él solo suplicaba: Call me Stone, Call me Stone, Aquel llegado de muy lejos, con canciones e historias sin sentido tenía la habilidad de saber por qué lloran algunos adolescentes al despertar. Conocía el valor de la herida. Desapareció sin dar explicaciones ni emoción dejando un mensaje: no olvidéis que los cisnes cantan antes de morir.
Tiempo después reencuentra al protagonista, pero la impresión, sin atreverse a decirla, es que está más viejo y más triste, sin razón ni conveniencia por despertar, de nada vale el esfuerzo por comprender, él le dijo: la noche no arregla nada, da lo mismo que pasen las horas. Ante esta declaración considera que lo conveniente es alejarse de aquel hombre, La diversidad de caracteres exigía una rápida separación.
Y Stone murió, capitán sin naves, mientras se repite Call me stone, pero ya no había posibilidad de acuerdo, deseó que todo quedara en silencio, tal vez Stone lo hubiera deseado así. Con lágrimas en los ojos y dolor de corazón, aceptó que sería una muerte que no aparecerá en los periódicos. Se debió, únicamente, a una antigua controversia sentimental. Esta expresión ya había aparecido en “Una novela”; de nuevo Ana María Moix entrelaza sus textos entre sí con este tipo de referencias cruzadas.

Homenaje A Bécquer

En este texto de una página, también en prosa poética, se desarrolla el homenaje a un autor aparentemente alejado de Moix. Sin embargo, la melancolía, lo soñado y lo real, la luz y la sombra, la extrañeza ante el mundo puede ser claramente un punto de conexión: Dicen que con frecuencia se traslada uno en sueños. Solitario, piensas o sueñas.
El mito de Ícaro o ángel caído recibe preguntas ¿Qué llamada empujó tu cadenciosa marcha, qué voces falsamente guiaron tu vuelo? Son, quizás, respuestas para explicar un fracaso, una locura, una caída al mundo por haberse detenido a observar, ¿por qué en pleno vuelo detuviste tu mirar?.
Para Ana María Moix el tema del amor tiene básicamente un fundamento individual, Callada surge la noche. Azul es la locura en el fondo de un ojo vacío. Finalmente en fuego y silencio se manifiestan la pérdida de las alas, El crispeteo de tus alas en el fuego aviva ahora el silencio en lo más hondo de la hoguera.
El texto contiene una referencia al olvido, tal vez una referencia a Bécquer, autor de las Rimas, o acaso al poeta que escribió Donde habite el olvido, Luis Cernuda. El texto termina con un tema recurrente en A.M.M, el destino del amor tras la separación, Y caíste, a punto de saber si es entre luz y sombras prohibidas a donde va el amor cuando se olvida.

Desde 1969 a 1973 publica 3 libros de poesía, dos novelas, una novela infantil, reúne sus artículos y publica su primera traducción. En 1970 gana su primer premio (No time for flowers). Después desaparece sin hacer ruido durante una década.
Optó siempre por una implicación discreta en el mundo literario, discreción que llevó también al plano personal.
Su popularidad nunca alcanzó las cotas que consiguió su hermano Terenci, bajo cuya sombra vivió sin protestar, agradecida por mantenerse lejos del foco mediático, pero ganándose el respeto de la crítica y de un puñado de fieles.

Publicó en TeleXprés en los años 70 sus conversaciones con los grandes del boom latinoamericano, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, José Donoso.
Formó parte (1976-1979) del equipo que publicaba la revista Vindicación Feminista.
Un década después reaparece publicando novela. En 1985 gana el premio Ciudad de Barcelona con «Las virtudes peligrosas» y en 1995 con «Vals negro».
En 2011 publicó ‘Manifiesto personal’ (Mezcla de reportaje, y ensayo sociológico) con personajes a los que hacía coincidir en la panadería o en la esquina del barrio y que le permitían describir el mundo actual como una consecuencia de «la crisis humana que vivimos desde hace treinta años».
Tradujo decenas de libros, principalmente del francés (Aragon, Samuel Beckett, Marguerite Duras, Amélie Nothomb, Françoise Sagan, entre otros autores).
Dirigió las colecciones de poesía y relatos de la editorial Plaza y Janés y Bruguera.

___ Publicación ___
Odisea cultural
Revista de divulgación y crítica literaria
Madrid (España)

18-jun-2021

Reseña – Odisea Cultural

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