Escribo por amor a todo lo que está vivo y es pasajero, en breve tránsito hacia la muerte. Por amor a los seres que van y vienen («Como nacen las hojas, se suceden los hombres», dijo Homero), contra la brevedad que provoca la nostalgia de las cosas que creemos tener o sentir durante un instante. Por el deseo de conservar (y solo se conserva lo que se fija en la piedra, en la página o en el color) todo lo que el tiempo que pasa transformará en mala memoria o en amnesia. Escribo porque olvido, y porque junto conmigo otros olvidan. Para conservar el instante ilusorio y pasajero que va a desaparecer. Y para inventar lo que no existe (razón suficiente para ser inventado), para dar testimonio de aquello que no existe más que para dejar enseguida de ser.
Escribo porque el tiempo cambia todo y la memoria olvida casi todo. Doy testimonio de las cosas, las modifico, las recreo y, por medio de esa dulce labor de fijar, sentir, de fundar -formas, emociones, gestos, paisajes, ideas- siento que participo humildemente en la historia. Escribo, pues, porque muero, porque todo desaparece muy deprisa y nos invita a la nostalgia, nos fuerza a retener el curso de las cosas. Si la literatura es testimonio, es justamente porque todo está condenado a desaparecer y viene a agredirnos, a pedirnos asilo a grandes voces. Escribo porque estoy provisionalmente viva, en tránsito, y no quiero olvidar la luz de una calle a la caída de la tarde, un rostro entrevisto en el metro, el asco ante la injusticia, el odio a la opresión. Para fijar en esta materia inestable y ambigua que son las palabras la inconsistencia y la precariedad de lo real y de lo fantástico. Obedezco a la prescripción de Goethe: «Detente, instante, eres tan bello». Y tan cruel, también. Y tan sorprendente y tan extraño. La literatura participa de la dualidad fundamental del ser: la soledad y la necesidad de romperla. De la dualidad fundamental de la vida y de la muerte.
¿Pourquoi écrivez-vous ?
Libération. Paris, 1985
Cristina Peri-Rossi
(Montevideo -Uruguay-, 12 de noviembre de 1941)
Enrique Arias Beaskoetxea 