David Shahar

David Shahar

Jamás me he hecho esta pregunta, como jamás me he preguntado por qué hago el amor. Es un deseo, un impulso, un empuje innato.
Con ese deseo innato de contar, de crear un cierto mundo -o mejor, de recrear lo vivido (que en sí mismo no tiene realidad hasta que no es creado y revivido en la imaginación)-. Este deseo me proporcionaba siempre la impresión, la seguridad incluso, de que el mundo que iba a ser vivido y escrito en mi imaginación era más importante que la vida. La vida exterior, la biografía, no son sino una especie de materia prima para crear una realidad, una verdad si se quiere.
Sin creación, sin la posibilidad de escribir, la vida pierde todo su atractivo.
La creación artística es una expresión del alma y no sólo es una expresión del alma sino que es el alma misma, y para el artista todo lo demás es secundario. Creo que resulta evidente si se considerann las vidas de los artistas en cualquier dominio, ya sea en la literatura, la pintura o la música. Ese viejo sordo no es más que un jarrón roto, un sobre rasgado, una piel reseca ahora que toda la música de Beethoven ha sido expresada, por ejemplo, y pasa lo mismo con todas las artes. En hebreo, la palabra «obra» o «creación» viene del nombre «deseo», «voluntad». No hay creación sin el deseo de crear, y ¿cómo se puede explicar un deseo?

Pourquoi écrivez-vous ?
Libération. Paris, 1985

David Shahar
(Jerusalén, 7 de junio de 1926 – París, 2 de abril de 1997)

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